Hace algunos años por estas fechas el tiempo anunció que nevaría en norte de la península en cotas muy bajas, hice la ecuación: "otoño + nevadas = oportunidades fotográficas". Elegí una zona que conocía poco sobre el terreno pero muy bien sobre el mapa, Vegabaño, al norte de la provincia de León. Al subir el puerto del Pontón, que delimita la vertiente norte de la sur comenzó a nevar, las predicciones estaban acertando con precisión.
Al aparcar en Soto de Sajambre caía una lluvia muy fina, pero a medida que ascendía hacia Vegabaño se iba transformando en nieve gradualmente, llegado a un punto, esa nieve fina y húmeda se convirtió en una tormenta y me cobijé debajo de unos árboles. Saqué la capa impermeable y empecé a proteger mejor el equipo. Cuando estaba debajo de los árboles me llamaron la atención estas ramas y disparé varias fotos combinando esas ramas con el fondo difuminado por la nieve.
Os he contado esta batallita para poner de manifiesto la suerte que tuve aquel día al poder capturar algunas fotos en las que el invierno se combina con el otoño, pero muchas veces no se trata de suerte. En un artículo de El Paisaje Perfecto (www.elpaisajeperfecto.com) analicé hace tiempo las 5 características del fotógrafo con suerte, una especie de patrón que se repite en aquellos fotógrafos que consiguen capturas que han sido bendecidas por lo que parece un toque divino más que por el propio esfuerzo y capacidades del fotógrafo.
En el mundo de la fotografía cualquiera puede tener suerte, pero a los afortunados les sorprende trabajando. La mayoría de golpes de suerte están motivados por la preparación, la tenacidad, los conocimientos, la tenacidad y la capacidad para aprovechar las oportunidades más que por esa intervención divina.
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