Han pasado unos meses desde el viaje a Escocia y, al repasar algunas fotos, me doy cuenta que ha predominado un aura de misterio y magia. Pero también recuerdo aquellos días con nostalgia y con la agradable sensación de haber vivido algunas experiencias únicas.
Carreteras estrechas que cruzan montañas, rodean lagos, cruzan lagos y rodean montañas, un laberinto a lomos de nuestra casa con ruedas que siempre terminaba en paisajes de ensueño. Recorriendo aquellas carreteras, para ir de una a otra y otra de las localizaciones que había seleccionado, ahora siento que el viaje estuvo pasado por un tamiz de misterio, tal vez por nuestro ritmo de viaje pausado.
Solíamos levantarnos sobre las 6:30 de la mañana muy cerca de alguna de las localizaciones que tenía preseleccionada para el amanecer. Desayuno de campeones en la autocaravana, recién cocinado al fuego y, con las primeras luces, sesión de amanecer. Recorríamos trayectos que discurrían por paisajes bucólicos con algunas paradas en algunos de los sitios que nos gustaban. Un sándwich a media mañana para almorzar y poco después llegábamos a lugar elegido para el atardecer, si !!el atardecer comenzaba sobre las 14:00!!
Cuando se ponía el sol solíamos salvar un trayecto hasta el lugar en el que parábamos la autocaravana para dormir cerca de la siguiente sesión de amanecer. Las tardes las pasábamos en la autocaravana, muy tranquilamente, al contrario de lo que solemos hacer con otros viajes que se nos puede llegar olvidar comer y beber. Una cerveza, cena y listos para dormir y comenzar temprano al día siguiente.
Para mi esta foto es el fiel reflejo de aquellos días en los que nuestra soledad, las largas noches, el misterio de los castillos, los paisajes bucólicos y la tranquilidad fueron el común denominador de un viaje inolvidable a Escocia.
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