Desde hace muchos años he tenido en mente la idea de recorrer Namibia en un 4x4. Veía las fotos de esos todo-terreno con la tienda de campaña en el tejado e instintivamente mi mente viajaba hacia una sensación de libertad infinita. Me imaginaba a mi mismo acampando en cualquier parte, recorriendo los parques naturales en total libertad, disfrutando de la noche a salvo en la tienda del techo, pero lo cierto es que de la expectativa a la realidad suele encontrarse la decepción.
Desde mi idea inicial hasta el viaje que realizamos finalmente hay una diferencia abismal, no sólo porque la situación no fuera tan favorable como imaginábamos para recorrer el país en libertad si no por mi mismo. Los parques naturales están muy restringidos al acceso y la circulación, hay zonas del país en las que es fácil no tener una sensación de seguridad absoluta; pero lo que más nos limitó fue la propia planificación del viaje.
Con la experiencia de muchos road-trips a las espaldas la planificación de los recorridos, localizaciones y visitas fue óptima. Todos los lugares que queríamos visitar los visitamos, todo en el momento más adecuado y sin grandes imprevistos; pero esto fue lo que condenó la idea de libertad que me impulsaba desde hace muchos años a hacer algo así. Esta idea no es algo que percibiera en el momento, es algo que he podido ver en perspectiva, cuando con la idea de proyectar un viaje parecido percibo que comienzo a dejar que la planificación condene la sensación de libertad.
Al revisar el archivo he encontrado que lejos de percibir las mejores sensaciones en las fotos de los hotspots que visitamos de manera programada, los mejores recuerdos me llegan a través de las fotografías realizadas durante los desplazamientos, en medio de paisajes infinitos y en momentos que no estaban programados. He aprendido una lección que aplicaré a partir de este momento: programar visitas a localizaciones nos asegura buenos resultados pero, si queremos conseguir una colección de imágenes que contengan una buena dosis de nuestra propia carga emocional, debemos dejar espacio a la improvisación para que de manera natural fluya nuestra conexión con el lugar que fotografiamos.
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