De todas las estaciones la que me despierta más escandalosamente de mis letargos fotográficos es el otoño. Para mí es una estación casi mágica en la que el silencio y la paz del bosque te envuelve entre humedad, luz y una pequeña explosión de vida antes de la llegada del crudo invierno. Todas las salidas fotográficas que más me han marcado, en un modo u otro, siempre se han producido en otoño. En el centro de la península el verano no ofrece muchas posibilidades, pero con la llegada del otoño llegan los colores a los bosques caducos, las primeras lluvias transforman el paisaje semiárido y el solsticio cambia la posición del sol para ofrecer una luz especial que se transforma en un espectáculo de luz al amanecer y atardecer.
Repito localizaciones en esta época: Garganta de Bohoyo, Bosque de la Honfría, El Tiemblo, Ogesto... en Urbasa he estado en varias ocasiones, pero nunca en la zona del laberinto de Arno. Aunque cuando he estado, las primeras hojas comenzaban a coger color, y apenas puede hablarse de otoño me he encontrado un bosque que si le damos una semanita más ofrecerá un espectáculo singular. Las lluvias y las temperaturas de los últimos días han hecho que las hayas definitivamente corten el flujo de savia, la clorofila se retire y comiencen a dominar en las hojas los tonos dorados de las sustancias que comienzan a oxidarse en ellas.
Tengo mil planes en la cabeza ahora que parece que ha llegado el momento ¿y tú? Prepárate para los próximos días, el otoño ha comenzado, ahora sí, delante de nuestras cámaras.
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