Cada año planifico las visitas en función de la estación y el embalse de la Almendra suele tener su hueco reservado entre la primavera y junio en función del nivel del agua embalsada. La escasez de precipitaciones de este año ha provocado por una parte que el nivel mes tras mes sea lo suficientemente bajo como para que los tesoros escondidos bajo el agua continúen emergidos y, por otra parte, el resto de localizaciones que tienen su lugar en estas fechas no han llegado a alcanzar el suficiente atractivo por este mismo motivo.
Antes del cambio de hora el amanecer es ideal, que el sol salga a las 8:30 h te permite llegar a la localización sin que haya que madrugar demasiado. Suena el despertador a las 5 de la mañana. A las 5:30 h comienzas a conducir con la ciudad el campo aún durmiendo. Llegas a las inmediaciones del embalse, silencio absoluto, negrura total, soledad. Con la tenue luz del frontal comienzas a caminar por el paisaje muerto del lecho del embalse seco, una hora más tarde, sobre las 7:15 h llego a la zona que he seleccionado y comienzo a explorar.
El objetivo de esta salida son las grandes encinas, sin lugar a dudas. La mayoría de los ejemplares más grandes ya no están en pie, es un suelo poco profundo, las raíces crecen muy disgregadas y las largas temporadas expuestas a los elementos y la gravedad fuera del agua han hecho su trabajo. Tras varias largas exposiciones con los primeros resquicios de luz del día comienzo a escrutar el cielo para estudiar la dirección de las nubes y como estas pueden interactuar con los rayos del sol cuando emerjan y está claro que los cirro-cúmulos que se desplazan de sur a norte son el mayor atractivo. Dos exposiciones intercaladas por unos minutos para calcular dónde estarán unos 15 minutos antes de que salga el sol, que será el momento en que por la altura a la que están se iluminen, y ya sé hacia dónde tengo que disparar.
Selecciono unas encinas que parecen estar perfectamente alineadas entre ellas y con el horizonte. Varias pruebas con ISO alto para que la cámara me confirme lo que creo que veo y coloco el trípode. Aún faltan 20 minutos para que el sol ilumine las nubes, me como el bocata mientras hago varias tomas de prueba. Llega el momento que he calculado y se hace la magia de la fotografía de paisaje:
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