Amaneció Soto de Sajambre con una fina capa de nieve sobre los tejados. Una mañana fría en la que la niebla cubría las cumbres circundantes de Picos de Europa. Salimos a pasear mi mujer y yo por el camino que lleva a Vegabaño con la certeza de que no tardaría mucho en volver a llover o incluso a nevar. La pendiente del primer tramo mitigaba el frío y el entusiasmo de los que llevan una temporada sin recorrer la naturaleza nos hizo ignorar la lluvia.
A medio camino, cuando se cruza el río Agüero, encontramos unos prados que, cada vez que he pasado por allí me han parecido uno de los paisajes más idílicos de la zona. La nieve cubría la superficie de hierva y sobre las laderas las hayas oscuras sin hojas, hojas aquí y allá, las últimas pinceladas de un otoño que, tal como nos habían contado en el pueblo, había sido mucho más corto de lo habitual.
Lo que había sido una lluvia ligera durante la mañana se intensificó cuando recorrimos estos prados, notábamos que estábamos calados y el frío comenzaba a colarse en los abrigos. Fotos aquí y allá, pero me llamaron especialmente la atención las ramas y troncos de las hayas que contrastaban con el cielo gris. No conseguía mantener la lente limpia y la lluvia terminó por ser mi aliada, colocando la única zona limpia para dejar nítido uno de los árboles bajé la temperatura de color para dar predominancia a los tonos azules. Al final conseguí una fotografía que cada vez que la vuelva a ver me traslada a aquella fría mañana en los bosques de Soto de Sajambre.