Tenía claro que esta imagen estaba destinada a formar parte de la exposición que AEFONA está organizando: "Naturgraphic: los diseños ocultos de la naturaleza." sin embargo, recordar los aspectos emocionales que sentía en el momento de capturarla me hizo decidir que no lo haría.
Después de una sesión de amanecer tranquila y amena en la sierra de Eljas me había dispuesto a pasar por una zona en la que habían talado algunos castaños y robles de considerable porte.
Cuando observé los tocones que sobresalían del suelo comprendí porqué los habían talado. La mayoría estaba carcomido por dentro, y supongo que ante el riesgo para los ejemplares sanos, decidieron cortarlos para evitar que los insectos se extendieran.
Pero al encontrarme con el ejemplar que aparece en esta imagen la cosa cambió. Pues, al menos en el tocón, parecía un ejemplar sano. Normalmente suelo contar los anillos de los árboles que encuentro cortados, voy contando años hacia atrás, y cuando llego al año que nací me invade cierta sensación de melancolía y pienso: "mientras yo nacía este árbol ya estaba aquí" y la melancolía se convierte en rabia (aunque por dentro sepa que lo más probable es que haya sido cortado de manera autorizada).
El radar fotográfico se me despertó cuando vi la sombra de la hoja, y rápidamente me vino a la mente la citada exposición. Pero en el momento de repasar las imágenes al descargar de la tarjeta comencé a recordar la rabia que siento a ver un árbol adulto cortado. Hay árboles que nos ven nacer, crecer, hacernos mayores... pero también han visto a nuestros padres y verán a nuestros hijos, cuando cortamos un árbol extinguimos una vida más extensa que la nuestra, y eso queda reflejado en las anillas de este árbol: no quiero que me represente en una exposición una imagen que me provoca estas sensaciones, no quiero hacer leña del árbol caído.
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